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Mi típica mañana de día miércoles se iniciaba de forma usual. Estaba gozando del desayuno con mi esposa que a menudo tenemos en su día libre del trabajo. A medida que nos sentábamos a comer, escucho mi teléfono. Era Viviana de la Oficina de Relaciones Raciales en el edificio denominacional, pidiéndome un favor. En ese momento no tenía ni idea de la magnitud de lo que ella me iba a pedir. Viviana me pidió si podía dirigirme hacia una iglesia alrededor de unas 30 millas, para ayudar a una señora que recientemente había tenido un accidente. La señora divisó un edificio como a un kilómetro y decidió caminar hacia allá para pedir ayuda, porque había perdido su teléfono celular. Debido a la barrera del idioma, el pastor decidió llamar a Viviana para solicitar su ayuda. Le dije a mi esposa sobre el accidente y de la situación de la señora en su casa. Mi esposa se levantó de la mesa y rápidamente fue a su clóset y buscó alguna ropa para la señora, sin saber exactamente en qué condición se encontraría ella. Nos dirigimos de forma inmediata a la iglesia para verla. Ahí estaba ella, temblando, con frío y muy asustada.

Cuando entramos, Rebeca corrió llorando y nos abrazó. Estaba tan confundida y nos preguntaba cómo es que nos enteramos que necesitaba hablar con alguien ¡en español Le expliqué cómo fue que supimos. Con lágrimas y miedo, nos narró lo sucedido. Ella iba conduciendo hacia Grand Rapids a Holland, y a causa de la fuerte lluvia su vehículo perdió el control y cayó en una zanja al costado del camino. Con la adrenalina en su cuerpo por el miedo y el susto de lo sucedido, no se había dado cuenta de que su teléfono celular se resbaló de sus manos cayendo directamente en el barro. 

...temblando, con frío y muy asustada

Mi típica mañana de día miércoles se iniciaba de forma usual. Estaba gozando del desayuno con mi esposa que a menudo tenemos en su día libre del trabajo. A medida que nos sentábamos a comer, escucho mi teléfono. Era Viviana de la Oficina de Relaciones Raciales en el edificio denominacional, pidiéndome un favor. En ese momento no tenía ni idea de la magnitud de lo que ella me iba a pedir. Viviana me pidió si podía dirigirme hacia una iglesia alrededor de unas 30 millas, para ayudar a una señora que recientemente había tenido un accidente. La señora divisó un edificio como a un kilómetro y decidió caminar hacia allá para pedir ayuda, porque había perdido su teléfono celular. Debido a la barrera del idioma, el pastor decidió llamar a Viviana para solicitar su ayuda. Le dije a mi esposa sobre el accidente y de la situación de la señora en su casa. Mi esposa se levantó de la mesa y rápidamente fue a su clóset y buscó alguna ropa para la señora, sin saber exactamente en qué condición se encontraría ella. Nos dirigimos de forma inmediata a la iglesia para verla. Ahí estaba ella, temblando, con frío y muy asustada.

Cuando entramos, Rebeca corrió llorando y nos abrazó. Estaba tan confundida y nos preguntaba cómo es que nos enteramos que necesitaba hablar con alguien ¡en español Le expliqué cómo fue que supimos. Con lágrimas y miedo, nos narró lo sucedido. Ella iba conduciendo hacia Grand Rapids a Holland, y a causa de la fuerte lluvia su vehículo perdió el control y cayó en una zanja al costado del camino. Con la adrenalina en su cuerpo por el miedo y el susto de lo sucedido, no se había dado cuenta de que su teléfono celular se resbaló de sus manos cayendo directamente en el barro. 

...temblando, con frío y muy asustada

Cuando salió de su vehículo y miró alrededor y no se veían casas cercas. Fue allí que decidió caminar hasta que encontró una señal de ayuda. Caminó unos dos a tres millas. Las luces del edificio estaban encendidas, y eso le dio esperanzas. Cuando llegó al edificio se dio cuenta de que era una iglesia. Aún estaba oscuro, era cerca de las 5:00am. Esperó por tres horas cuando por fin algunas personas comenzaron a llegar. Con su escaso inglés trató de explicar a los pastores lo sucedido.

Antes de llegar a su casa, los pastores nos dijeron que trataron de ayudar como pudieron para sacar el vehículo de la zanja, sin embargo ya estaba bien destruido. Cuando ella vio el vehículo, el miedo se apoderó de ella porque no sabía cómo iba a explicarle a su marido que ya no servía. Mi esposa notó que ella temblaba de frío y de miedo. Ella estaba agradecida por la ropa seca después de cambiarse, y comenzó a entibiarse, pero aún seguía temblando. Nos dijo que lo que más le preocupaba era el cómo iba a reaccionar su esposo porque es un hombre violento.

Después de haber escuchado su historia y preocupaciones, oramos con ella. Su angustia y desesperación por llegar a casa era muy real. Cuando íbamos con ella de vuelta a Grand Rapids, ella nos compartió aspectos de violencia doméstica que está bajo su esposo. Al llegar, usó nuestro teléfono celular y llamó a su esposo. Fue inevitable escuchar su voz y las duras palabras que le decía. Rebecca nos pidió que hablásemos con él mientras estaba en el teléfono. Pasamos un rato con ella alentándola a que vaya a una de las Agencias de Violencia Doméstica. Le recalcábamos que no estaba sola, y que no tenía por qué vivir en una relación abusiva.

Reflexionando ahora sobre esta historia, nos admiramos de la conexión y actitud de servicio de cada uno de los participantes de buscar a alguien que pudiera comunicarse con ella. Aun así, hay unas lecciones que podemos tomar:

Primero- es importante que como iglesia y pastores, estar preparados para situaciones inesperadas con pequeñas cosas, como tener una caja con ropa en caso alguien pudiera necesitar, como le sucedió a Rebeca.

Segundo - vivimos en una era tecnológica, utilicemosla. Podemos usar una aplicación que nos ayude a traducir con frases que nos sirvan para ayudar a alguien que llega a nuestra iglesia. No tengamos miedo a un idioma que no entendemos. Sino más bien, usemos estas herramientas que están disponibles en nuestras manos.

Tercero - tengamos un espíritu de preparación para servir a la gente, a quien sea y cual sea la necesidad. No sabemos el impacto que esto puede causar en la vida de una persona.

Rebeca se mantiene en contacto con nosotros. Nos dijo que fue a la agencia de violencia doméstica y que está tomando para su proceso de sanación del abuso. A menudo nos llama para que oremos por ella y por su familia que también sufrió mucho los efectos del abuso doméstico.

Rebecca nos dio el permiso de compartir su historia. El nombre de la señora no es el verdadero para así proteger su privacidad.

El pastor Enrique y su esposa Febe, están ministrando a los miembros Hispanos de la iglesia Faith en Holland, Michigan, por casi 12 años.

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