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Estudiantes Universitarios con Discapacidades. Esta edición describe la forma en cómo están siendo conectados en el desarrollo de su fe y discipulado.​

Servir o ser servido

por Chantal Huinink
Ministerio universitario de Waterloo, Waterloo ON

Soy creyente, soy mujer, soy hija, soy sobrina, soy prima, soy amiga. Soy una defensora de justicia social y acceso, una conferencista, una escritora. Soy una nadadora, una entusiasta del deporte, una amante de la música. Soy graduada de sicología como también estudiantes de pastorado y trabajo social. Pronto seré capellán y asistente social. También sucede que tengo una discapacidad física conocida como parálisis cerebral.

El apoyo del ministerio universitario me ha provisto de amigos, guía, tiempo y espacio para poner las múltiples piezas de mi identidad humana y lidiar con la manera de ponerlas de manera que encajen de la mejor forma posible. He tenido el gozo y el privilegio de ser un miembro valioso de la comunidad del ministerio universitario en Guelph y Waterloo, ON a lo largo de mis estudios de pregrado y postgrado. Mi experiencia en el ministerio universitario ha permitido que mi fe crezca junto con mi aprendizaje académico como también me ha preparado para servir en mi congregación y mi comunidad fuera de mi tiempo en la universidad.

El hecho de ser un miembro valioso en el ministerio universitario no significa simplemente adorar, estudios bíblicos, cenas, discusiones en grupo, y otros eventos sociales que tenemos en lugares accesibles que pueden acomodar mi silla de ruedas con motor. De hecho, la mayoría de las veces es lo opuesto. El ministerio universitario y las personas que entienden me habilitan ir donde mi silla de ruedas no puede.

Rápidamente los ministros y los estudiantes aprendieron cómo sacarme de mi silla y entrar a las casas y vehículos que no tienen acceso para que pueda estar donde sea que estén y vaya donde sea que ellos vayan. He viajado a una cabaña de invierno en un trineo porque no era posible llevar mi silla en la nieva profunda entre los bosques. El esfuerzo que tomó el llevarme a un lugar sin acceso me mostró el amor de Dios y su capacidad de superar los obstáculos de la vida que tener un lugar sin obstáculos.

Tener parálisis cerebral desde nacimiento me acostumbré a que las personas sin discapacidades me sirvan, pero no estaba acostumbrada a servir a otros. Menos mal que ser un miembro valioso  del ministerio universitario quiere decir que soy visible no tanto por mi discapacidad. Los dones y habilidades que apenas sabía que tenía en las áreas de hospitalidad, enseñanza y liderazgo fueron reconocida y alimentadas. Más importante aún, se esperaba que sirviera a la comunidad a través de ellos. El desarrollo de los roles valorados que caben mis dones y habilidades dados por Dios me dieron un sentido de pertenencia a la comunidad, y aumentó mi conciencia de lo valiosa que soy para Dios y para los demás. Esta conciencia me empoderó y me dio el deseo de servir a Dios y amar a los demás de todas las formas que puedo.

Temas

Otoño 2015 – niños, jóvenes y la discapacidad “oculta”. Crecer es difícil, especialmente para niños que viven con discapacidades que no son visibles, como los desafíos mentales, discapacidades de aprendizaje, dislexia, y el síndrome de Asperger. ¿Tiene usted o su hijo/a una discapacidad “oculta”? Por favor envíenos una nota para compartir antes del 1º de septiembre.

Invierno 2015 – el abuso y la discapacidad. Son más las personas con discapacidad las que experimentan abuso físico, sexual y emocional que el número general de la población.  Nos gustaría destruir los obstáculos que promueven el silencio y el secreto para que las personas puedan entender la experiencia de abuso y de una respuesta apropiada. Si tiene una discapacidad y ha experimentado abuso y está dispuesto/a compartir su historia, por favor envíenos su nota describiendo su experiencia antes del 13 de noviembre.

Correo electrónico: [email protected] [email protected]

Oportunidades de igualdad en el alojamiento

por Melissa Veldman
Estudiante de la universidad de Waterloo, Waterloo ON

El trabajo de un departamento de servicios de discapacidad pareciera ser sencillo: proveer a los estudiantes con discapacidad el alojamiento que necesitan para surgir en el nivel universitario. Vivimos en un mundo que abriga la idea de oportunidades igualitarias para todos. Las instituciones académicas también se esfuerzan para lograr esta meta, pero el proveer oportunidades igualitarias para los estudiantes en un campo universitario puede ser un desafío, especialmente cuando se trata de “nivelar el campo de juego” para estudiantes con discapacidades.

Algunas comodidades son sencillas, como el proveer puertas automáticas para estudiantes que utilizan sillas de ruedas, permiten perros de servicio en las salas de clases, y permitir estudiantes con discapacidades de aprendizaje a escribir sus exámenes en áreas de silencio y sin interrupción.

Debido a que utilizo un carrito automático para ir por el campus, la mayoría de las personas dan por sentado que mi discapacidad afecta mi movilidad solamente. Mis habilidades motoras sí están afectadas, de manera que necesito más tiempo para escribir en mis exámenes. Los 10 a 15 minutos extra me permiten escribir mis respuestas. Cuando la gente pregunta sobre mis comodidades y por qué las necesito, normalmente entienden que estas medida existen para prevenir que mi discapacidad sea un impedimento para mi carrera académica y que no son “privilegios especiales”.

Las instituciones académicas que están fundadas en la Escritura (como la Universidad Redeemer, que me dio mi título de Bachillerato) reconocen que todos los estudiantes están creados a la imagen de Dios y tienen un llamado para cumplir en el reino sin importar la capacidad o discapacidad. Las comodidades que proveen tener una oportunidad igualitaria para que los estudiantes aprendan y crezcan son muchas veces necesarias para ayudarles a alcanzar su total potencial y vivir el llamado de Dios.

(Este artículo ha sido abreviado de Partner, Vol. 11/2, Invierno 2012, con permiso de Melissa Veldman y la Asociación Canadiense para creyentes en el desarrollo de estudiantes).

Aprendiendo a través de la pérdida de la vista

por Katy Olsen
Estudiante Universidad Central, Pella IA

Nací con el síndrome de Knobloch, un raro síndrome genético que afecta mis retinas causándome ceguera legal. Aunque mi pérdida de visión puede diariamente ser difícil y frustrante, me ha enseñado a apreciar a otros, a forzarme y a no poner límites innecesarios. A través de esta disfraza bendición, hago cosas hoy que (y otros) nunca pensé sería posible.

Mi transición de la secundaria hasta mi primer año en la Universidad Central no pudo haber sido mejor. El apoyo de la facultad y amigos en el campus era increíble. Mis profesores y el apoyo de la Oficina de servicio de estudiantes (OSE) siempre están dispuestos a acomodar mis necesidades y asegurarse que tenga todo lo necesario para poder salir adelante. He sido bendecido con una compañera de cuarto que compasiva y siempre me ayuda  cuando lo necesito.

Las comodidades que recibí en el Central son similares a aquellas que tuve en mi secundaria en Des Moines. Tenía un estudiante en cada clase que era asignado/a para tomar las notas por mí, y enviarlas por correo después de clases. Cuando teníamos un examen, mi profesor los enviaba a OSE para que puedan agrandarlos y tomarlos allí con tiempo extra. Utilicé también libros con audio de una aplicación de mi IPad. Aparte de estas unas pequeñas comodidades, pareciera ser una estudiantes típica en la sala. La oficina OSE había sido proactiva en resolver los problemas que enfrento, a veces antes de que se los presentara.

Estoy preparándome para obtener una carrera en salud y ciencia del ejercicio y planeo asistir a la escuela de terapia física después que termine en Central. Mi pasión por animar se refleja en el hecho de ser miembro del equipo de futbol de Central y la barra de competencia.

Estoy involucrada en el ministerio universitario y me siento orgullosa de continuar en mi trayecto de fe durante este ocupado tiempo académico. A menudo me recuerdo de Romanos 5:3-5 y no puedo esperar de ver cómo Dios obrará en mí durante los siguientes tres años de estudio.

Una comunidad de gente animosa

por Jillian Isett
Estudiante de Hope College, Holland MI

Cuando tenía 7 años se me diagnosticó con una enfermedad autoinmune incurable, Escleroderma sistémica que hace que con el tiempo mi piel y mis órganos internos se van endureciendo. La mayoría de los pacientes de esclerodermia sistémica son diagnosticados con esta enfermedad después de los 40 años y probablemente se les da unos cuatro años de vida, sin embargo mi diagnóstico fue cuando era niña cuando un área de mi pierna izquierda comenzó a endurecerse y el daño era visible. Con el tiempo, todo lo que hacíamos era orar y tener fe en que Dios me protegería y me sanaría. Milagrosamente, el área de mi pierna se ablandó y ahora ya ni siquiera puedo ver donde estaba el daño.

Un síntoma de la enfermedad de Raynaud es la sensibilidad dolorosa al frío que hace que mis arterias se contraigan y limita la circulación a mis manos y pies poniéndolos de color morado. Las úlceras digitales en la punta de mis dedos y planta de los pies hacen que el entrar a clases o utilizar mis manos sea algo muy doloroso. Me han ofrecido dos cirugías el año pasado pero son solo una ayuda momentánea que afectará por meses el utilizar mis manos y minaría la fuerza de ellas.

Ir a la Universidad ha sido la primera vez en que he dejado mi casa, y fue difícil el no tener a mi familia y la comodidad de mi hogar. Estoy acostumbrada a vivir en Michigan, al frío aunque el invierno pasado fue bastante duro para mi cuerpo, especialmente el caminar a clases.

El Hope College me ha provisto con una comunidad fuerte de personas que me animan y ayudan a terminar la semana. Asistir a la capilla y a los sociales los domingos en la noche han sido de ayuda para que mi fe sea fuerte en las promesas del Señor. A través del viaje de inmersión de la Universidad a Jamaica, serví en el Centro Cristiano Caribeño para Sordos, y este verano fui consejera en el campamento cristiano en Missouri para niños con necesidades especiales.

Me siento agradecida que he llegado hasta aquí. Dios ha sido mi fortaleza y mi refugio, y me siento optimista debido a la fe y la oración. Me encanta meterme en cosas que son más grandes que yo y buscar formas de glorificar a Dios en medio de las pruebas. He llegado a ser una defensora de la Fundación Escleroderma, he participado consiguiendo fon

‘Y el premio va…’

Rompiendo Barreras ha sido reconocido por la Asociación de Prensa Cristiana como uno de los mejores boletines de su tipo, recibiendo dos premios del Mérito y una mención honorable en el 2014.

Además del reconocimiento del boletín como el mejor en su clase, el honor individual lo llevó Judyth Thomas por su artículo del otoño 2014 “Voces de esperanza y nuevos sueños”, y del tema del verano 2014 sobre el dolor crónico.

El coeditor Mark Stephenson recibió también un premio del Mérito y la Mención Honorable por la participación en el Network de Cuidados del Discapacitado.

Una descripción completa de los premios pueden encontrarse en  (www.rca.org/news/and-awards-go) en inglés.

Cuidado personal, desarrollo espiritual

por Colin Rensch
Estudiante de Hope College, Holland MI

Mi experiencia universitaria fue enriquecida y me ha dado muchas oportunidades para el desarrollo espiritual. Tengo Distrofia muscular de Duchene y utilizo una silla de ruedas con motor, que significa necesito ayuda con cosas como arreglarse en la mañana y el uso del baño durante el día. Para lograr este desafío en la universidad, contraté a un grupo de compañeros que fueron como mis asistentes de cuidado personales.

Mis padres y yo estábamos muy nerviosos sobre este sistema durante las primeras semanas de universidad, e iba a ser una seria prueba de fe. Iba a depender de compañeros de clases para tener el cuidado que necesitaba, y de diferentes puntos de vista, mis padres contaban con un grupo entre 18 a 22 años para que cuidaran a su hijo.  Durante el primer mes tanto mis padres como yo experimentamos mucha ansiedad, pero Dios me había ayudado a superar los obstáculos en mi vida y esta vez no iba a ser diferente. Mis asistentes y yo formamos un tremendo equipo, y ellos me dieron la ayuda que necesitaba todos los días.

La ayuda que mis asistentes proveían era absolutamente esencial, como también la mucha ayuda que recibí de muchas otras personas en el campus. Estudiantes, profesores, cuidadores, directores, capellanes, personal de la cocina todos ellos ofrecieron su ayuda numerosas veces. La frase bíblica “pide y se te dará” vino a mi mente mientras escribía esto. Como persona orgullosa, pedir por ayuda significa admitir que no eres perfecto, pero que está BIEN. Es imposible ser un cristiano por ti mismo. Necesitamos a otros creyentes que nos ayuden a vivir el plan de Dios. Poner mi confianza en otros, estaba poniendo mi confianza en Dios admitiendo con ello que no puedo hacerlo solo.

Lidiar con la idea de una beca en el contexto cristiano y utilizar mi educación para los propósitos de Dios me ha mostrado como ayudar en la obra de Dios a través de mis estudios y la beca cristiana. Mis maestros de Hope me enseñaron a ser un mejor creyente a medida que estudiaba para mi doctorado en teoría musical. Mi esperanza es que pueda hacer lo mismo por mis futuros estudiantes.

Nota del editor
Iniciando mi educación universitaria

Hace cuarenta años, era estudiante de primer año en el tiempo en que mis padres y mis hermanos menores mudaron mis cosas y a mí al dormitorio de la Universidad Northern Illinois, y conocía exactamente a una sola persona dentro de los 25.000 estudiantes, que con su esposa vivía fuera del campus. A pesar de que necesitaba las muletas para movilizarme desde que tenía 12 años, aparte de calificar para una ayuda financiera a través del nuevo Departamento de Rehabilitación Vocacional, eran muy pocas las comodidades, si es que habían, que existían con la excepción de solicitar un dormitorio en el primer piso o cerca del primer piso.

Conocí el nombre de mi compañero de cuarto antes de que nos conociéramos en el pequeño cuarto y que compartiríamos por ocho meses. Después de que Steve y yo intercambiáramos algunas palabras, mi madre, mis hermanos volvimos al vehículo y comenzamos a descargar las cosas. Cuando volvimos, sin pedir en voz alta algo o decir una palabra sobre mi discapacidad física, Steve había reubicado su ropa de cama en la parte de arriba del camarote. La sensibilidad de Steve me tocó.

En ese tiempo, el pionero en la defensa Ed Roberts en California comenzaba a ser escuchado sobre lo que ahora conocemos el movimiento de los derechos de discapacitados, y la Ley de Americanos con Discapacidad (que en julio ya cumple 25 años), y era una generación lejana desde el principio. Sea que haya sido por mi negligencia o ignorancia, necedad o providencia, comenzar la universidad como un estudiante con discapacidad en 1974 era más bien “ve cómo te las arreglas”.

Como lo es para otros, el salir de casa por primera vez, mi experiencia en la universidad fue formativa. Estoy agradecido por el gesto sensible de Steve y que su gesto ha sido reflejado en otros países por miles de personas a través de mi vida, pero esa hospitalidad generosa no es garantizada ni universal. Así que, al igual que esos estudiantes que han escrito para Rompiendo Barreras, estoy agradecido por la legislación y las pólizas de las escuelas que buscan comodidades apropiadas como la regla más que la excepción.

—Terry A. DeYoung

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