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Querida Iglesia,

Te escribo para reconocer que soy una persona racista en recuperación, que está trabajando para superar las mentiras que están arraigadas en mí a través de la supremacía blanca y de una sociedad racializada. Comparto esto contigo para ser transparente, a ser responsable y cambiar las maneras en que creí en la ilusión de la raza y la supremacía blanca, y a desafiarte a hacer lo mismo.

Te escribo para reconocer que soy una racista en recuperación.

Soy una mujer blanca estadounidense, nacida y criada en un país que fue edificado sobre la creencia de la supremacía blanca y ampliado por el racismo institucionalizado. Los mensajes culturales que recibí fueron producto de una sociedad racializada, que me comunicaban el significado y supuestos valores de la blancura frente al color. Siempre me he beneficiado del privilegio del blanco como persona que encaja con los estándares físicos de “blanco” de nuestra cultura.

Reconozco que dado a mi contexto, estas son realidades ineludibles. No puedo ignorarlas como si no existiesen o pretender que nunca me influenciaron. Mi acercamiento a personas de color (o mi cuasi amabilidad hacia ellos, o mi amistad hacia uno o más de ellos, etc.) no me excluye de ser receptora de esta herencia y absorver estos mensajes llenos de racismo y supremacía blanca. Por eso confieso que estos problemas no son exclusivamente un problema de los demás – son también mi problema. Son problemas de mi familia, de mi vecindario, de mi iglesia, de mi lugar de trabajo, de mi ciudad, de mi partido político, etc., Soy parte de cada uno de estos grupos.

Mi acercamiento a personas de color no me excluye de ser receptora de esta herencia.

A menos que reconozcamos que somos personas en necesidad de recuperarnos del racismo y de la supremacía blanca, y dejar de desconectarnos del diálogo porque “al menos no somos como esos fanáticos airados”, jamás tendremos un progreso hacia la reconciliación racial. Nunca sanaremos de las heridas y el cáncer de la supremacía blanca. Debo mirarme y decirle a Jesús “examíname…y sondea mi corazón” para erradicar esas ideas y creencias, para dar luz a mi ceguera, y perdonar mis pensamientos, mis palabras y mis acciones basadas en la mentira.

Utilizo de  forma intencional “admitir” y “recuperación” en relación a estos temas porque veo un paralelo útil entre el proceso tradicional de recuperación en la vida personal y la superaración de la supremacía blanca en la vida cultural y social. Lo veo en mi propio trayecto de recuperación tanto espiritual/emocional como un despertar de identidad racial.

Uso de forma intencional “admitir” y “recuperación”las palabras en relación a estos temas.

Muchos lectores están familiarizados con los programas de recuperación de los 12 pasos, tales como Alcoholicos Anónimos, Narcóticos Anónimos, o el programa Cristo céntrico Celebrate Recovery. Me uní a este último, un programa de estudio, en septiembre del 2017, y se enfoca en dejar que Cristo te ayude a superar “heridas, hábitos y angustias de la vida”. El primer paso del programa – y lo que debe preceder a todos los demás en la recuperación, es salir de nuestra negación, reconocer que no somos Dios y aceptar que somos impotentes para controlar nuestra tendencia a hacer lo incorrecto sin Él.

Aunque me uní a este programa por razones espirituales y emocionales, me dí cuenta que los principios de recuperación se aplican muy bien a un “despertar” y a un deshacer la supremacía blanca y el racismo institucionalizado. A medida que trabajaba en mi propia recuperación personal y seguía educándome en la justicia racial en Estados Unidos, me dí cuenta que mi lista de “heridas, hábitos y angustias” incluía mi asimilación en la creencia de racismo y supremacía blanca

Me dí cuenta que los principios de recuperación se aplican muy bien a un “despertar”.

Una de las lecturas que más me dio vuelta, fue el libro White Awake: An Honest Look at What It Means to be White por Daniel Hill, pastor de una iglesia multicultural en Chicago, Illinois. Habiendo él experimentado su propio trayecto de despertar racial como hombre blanco y líder de la iglesia, Hill describe siete etapas para el creyente blanco despertar al racismo y la blancura en Estados Unidos, como tener un momento de encuentro/despertar a la desigualdad racial y a la supremacía blanca, y desde allí confrontar y superar nuestra negación a ellas.

Me pareció muy profunda y quize ver si existían programas de recuperación de racismo. Busqué y sí hay reuniones de “Racistas Anónimos”. El Rev. Ron Buford, el fundador del programa de recuperación “Racistas Anónimos”, de forma humorística indica “todos conocen a un racista, pero nadie es racista”. Estoy segura que aquellos que están en recuperación se sienten identificados con este sentimiento de “inicio”: todos aquí tienen definitivamente un problema, pero no estoy tan mal, lo tengo casi todo bajo control”. La negación es nuestro mayor obstáculo para una recuperación, ¡tanto personal como sistemica!

Busqué y sí hay reuniones de “Racistas Anónimos”.

Dejar la negación atrás y reconocer que el racismo es mi problema, es admitir nuestro quebrantamiento, nuestra pasividad y nuestra ceguera. No puedo escapar del hecho que el Estados Unidos blanco ha abusado de su poder, y que ha asignado de forma errónea diferentes valores a los diferentes tonos de piel, y tratado de justificar nuestros crímines raciales del pasado y del presente. Si no tengo conciencia de esta realidad y un corazón arrepentido, soy parte de esta epidemia de racismo y de supremacía blanca que no cesa, incluso si objetivamente soy una persona moral y buena. No es suficiente para mí decir “no soy racista”, y creer que mi trabajo terminó. No puedo escapar de mi blancura estadounidense.

Como seguidora de Cristo blanca en los Estados Unidos, debo dejar mi negación y enfrentar lo que significa mi blancura. Este es un tremendo paso y definitivamente nada agradable, sin embargo Jesús nunca nos llamó para tener una vida cómoda donde no tengamos que hacer cambios. Mi proceso de recuperación nunca ha sido cómodo, pero sí me ha librado de creencias falsas, de ceguera espiritual, y de comportamientos dañinos. Debemos estar dispuestos a una rendición incómoda ante Jesús para poder sacudirnos de las mentiras que hemos absorvido sobre el racismo y la blancura.

No podemos hacerlo sin Jesús.

No podemos hacerlo sin Jesús, la verdadera y duradera recuperación no puede ocurrir sin Jesús. Esa horrible carga de supremacía blanca es un peso muy abrumador para que cualquiera de nosotros trate de llevarla solo.  Somos muchos los que sabemos esto pero nos cuesta reconocer, por lo que pienso por qué muchos de nosotros nos llenamos de ira y de una actitud defensiva como respuesta a las afirmaciones de racismo de otros. Como muchos que están en recuperación saben que es mucho más fácil culpar a otros, o vivir en negación que tomar nuestra cruz. Esta es la razón por la que debemos voltearnos a Jesús y ver nuestra ceguera, rehusar negar lo que somos, y el daño que hemos causado, el mito racial que nos hemos atribuido y el privilegio que nos hemos dado sin haberlo ganado.

Como receptores del poder redentivo de Jesús y completamente inmerecido, los desafío a ustedes y a mí misma a humildemente caer de rodillas ante Dios por el dolor de saber que también somos parte del problema del racismo y supremacía blanca, que  también somos opresores pasivos o activos e inhibidores de la justicia, que somos racistas en recuperación y con gran necesidad de arrepentimiento y de un Salvador. Deshacer el racismo comienza conmigo, contigo, y con el único Dios que puede ayudarnos a cambiar. Espero que se unan a mí en dejar la negación y entrar en este desafío humillante.

En Cristo,

Melissa

This post was translated by Viviana Cornejo. It originally appeared on Mission Reconcile's Dear Church blog on July 17, 2018. Mission Reconcile is a faith-based racial reconciliation nonprofit created to bring together predominantly single-race churches to talk about race, racism and create organic relationships through facilitated events. More information can be found at www.iamareconciler.org

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